Madeleine McCann: un testigo puso en riesgo el caso

El hombre aportó datos claves sobre el principal sospechoso por la desaparición de la niña británica que fue vista por última vez hace 16 años en Portugal.

Madeleine McCann: un testigo puso en riesgo el caso

La única pista vigente en la búsqueda de Madeleine McCann, la niña británica que desapareció en 2007 cuando estaba de vacaciones con su familia en Portugal, tiene como principal sospechoso a un hombre que está preso por violación, y el testigo que lo señaló puso en riesgo la causa por ser considerado poco creíble.

De hecho, Helge Busching fue desacreditado por la Policía de Portugal hace años al considerar que es un mentiroso serial, explicó una fuente al sitio británico The Sun. Su primera aparición en el caso fue en 2017, cuando se cumplió una década desde la desaparición de la nena de por entonces 3 años.

Pero a principios de los 2000 era amigo de Christian Brueckner, el único sospechoso por la desaparición y supuesto asesinato de Madeleine McCann, y la Policía de Alemania se apoya en él para mantener abierto el caso contra el acusado.

Brueckner, de 45 años, está en la cárcel en Alemania por la violación de una mujer de 72 años que cometió en 2005 en Praia da Luz, la misma localidad de Portugal donde el 3 de mayo de 2007 desapareció Madeleine McCann.

Fuentes cercanas a la investigación en Alemania le confirmaron esta semana al tabloide británico que el testimonio de Busching «tambalea» aunque en 2020 le afirmó a los investigadores que su examigo era «culpable».

Lo que es más, Busching relató que en 2008 se encontró con Brueckner en un festival «hippy» de música en España y que -según entendió él- le confesó que participó en el secuestro de Madeleine McCann.

Busching estaba con dos testigos más, y su intercambio sobre la cantidad de policía en Portugal tras la desaparición de la niña británica devino en el secuestro en sí.

«Es raro que haya desaparecido sin dejar rastro», dijo Busching, a lo que Brueckner agregó: «Sí, ni siquiera gritó».

Busching vive en la isla de Córcega, Francia, tras purgar una pena en Grecia por trata de personas. «Le pagaron una gran suma de dinero para dar su testimonio en un periódico alemán y ahora se está desentendiendo (del caso). Eso te demuestra con qué tipo de gente estás lidiando y cuál es su credibilidad como testigos», le explicó una fuente al tabloide británico.

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